Para Mariano Rajoy, el tiempo es
un aliado, es viento a favor. Su peculiar forma de afrontar los problemas sin
tomar decisiones, sin dar la cara, negándolos siempre y ocultándose de las
incómodas preguntas de los periodistas, viene de antiguo y es improbable que
pueda cambiar, como él mismo ha confirmado hoy ante el Comité Ejecutivo del
Partido Popular.
Rajoy ha lanzado un mensaje de
transparencia desde la opacidad de un acto en el que no se ha permitido a los
periodistas formular preguntas. Y hay que recordar ahora que ya cuando Garzón
sacó a la luz el caso Gürtel, cuando todavía Rajoy era líder de la oposición,
en 6 meses no aceptó enfrentarse a la prensa ni una sola vez.
Quizá los motivos por los que adopta
esta táctica ultradefensiva son la consecuencia de su limitada capacidad
dialéctica. Su torpeza ha quedado de manifiesto muchas veces, como aquella en
la que, por no entender su propia letra, pareció incapaz de explicar las políticas
del PP para los jóvenes. Por tanto, no creo que sea ningún disparate pensar que
su curiosa forma de administrar los tiempos sea, en buena parte, la expresión
de sus propias limitaciones como líder político.
Hay que recordar que la marea
negra del Prestige fueron para él simples “hilillos” de petróleo, y que en el
caso Gürtel todos han sido inocentes para él, incluidos Camps y Bárcenas. "Yo
quiero un Gobierno como el que preside Jaume Matas en Baleares", dijo en
su día. Así que ahora también “todos” están limpios, incluida Ana Mato. Y afirmar
que en el PP no hay dinero negro, cuando las investigaciones indican justamente
lo contrario y el pasado nos recuerda a Naseiro, es inútil. Rajoy lo sabe y
volverá al silencio, el sitio de su recreo.
Foto: Europa Press