viernes, 19 de agosto de 2011

Algo más que abusos policiales

Los abusos policiales contra los manifestantes del 15-M o los que protestan contra la visita del Papa, son la mejor expresión del deterioro democrático de España. La última de las agresiones a una joven y a un fotoperiodista han tenido eco incluso en la prensa extranjera. Es la imagen lamentable de un país al que muchos otros han estado observando con admiración en los últimos meses.

Pero es más que probable que, tras esa actuación que tendemos a achacar en un primer momento a los propios agentes, exista una intención política que simplemente utiliza la brutalidad policial para alcanzar objetivos sombríos.

Es una grave acusación contra un Gobierno socialista que, durante la primera Legislatura, estuvo liderado por un presidente que se sentía de izquierdas (y sin duda lo era en muchos aspectos), pero que renunció con la crisis económica a buena parte de sus principios. Dice Zapatero que lo hace por el país, pero es difícil creer que alguien que traiciona sus principios pueda ser leal a nada ni nadie.



Las declaraciones de Ramón Jáuregui tienen poco que ver con el progresismo del que hacen gala los socialistas. Quizás los vídeos que muestran lo que ocurre de verdad en la calle no lleguen nunca a un ministro, como no llega, en general, lo que sucede en la vida real. Sólo cuando se juegan su futuro político –como con el 15-M– hacen guiños, a veces ridículos, para hacernos creer que saben lo que sucede y que les importa.

Escribo este artículo con urgencia e indignación. Mi primer impulso era llamar por su nombre a los policías –matones más bien– que han actuado con tanta cobardía contra ciudadanos que no dieron motivos para sufrir sus cobardes agresiones. Sólo estas acciones contra ciudadanos normales son suficientes para descalificarles como servidores del Estado y, por lo tanto, de los ciudadanos que les pagan. Pero es todavía más grave que se haya actuado de la misma forma contra 6 periodistas –al menos que yo recuerde– que no dieron tampoco motivos para ser objeto de sus delirantes iras.

Los ataques a periodistas representan también, y sobre todo, ataques contra las libertades de expresión e información. En una democracia, los ciudadanos tienen derecho a una información veraz y el periodista es un instrumento tan fundamental para ella como pueda serlo el Parlamento o la Presidencia del Gobierno. Es algo sagrado: no hay democracia sin libertad de expresión.

En 1946, antes de que cualquier declaración o tratado de derechos humanos fuera adoptado, la Asamblea General de la ONU redactó la resolución 59 (I) declarando que "la libertad de información es un derecho humano fundamental y… el punto de partida de todas las libertades a las que está consagrada la Organización de las Naciones Unidas".

No estoy diciendo que este Gobierno haya amordazado a la prensa por golpear a 6 periodistas, pero la simple coacción a uno de ellos representa un atentado intolerable contra la libertad de todos, aunque sea una fracción mínima de esa libertad.

3 comentarios:

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  2. Estoy de acuerdo contigo. Estamos llegando a una situación muy lamentable que recuerda a tiempos que pensábamos pasados... Y no quiero ser pesimista, pero desde mi punto de visa, lo peor está por llegar.
    Te dejo aquí las impresiones que me provocaron estas últimas actuaciones: http://revoluciondesdemihabitacion.wordpress.com/2011/08/19/brutalidad-policial/

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  3. Gracias por el comentario. Ya te he contestado en tu blog. Salu2.

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