jueves, 25 de agosto de 2011

Rubalcaba en bandeja de plata


No tengo ninguna duda de que las medidas de Zapatero para combatir la crisis son una clara renuncia a gobernar desde la izquierda. Al menos es una forma de reconocer que no hay fórmulas progresistas para esta situación o que el orden económico actual no admite experimentos. En cualquiera de los casos, el mensaje que acompaña las políticas del Gobierno socialista es que el neoliberalismo manda más que los pueblos y los políticos que los representan.



Lo razonable habría sido que el presidente, antes de pronunciar el humillante “cueste lo que cueste y cueste lo que me cueste” -incumpliendo el programa electoral del PSOE y su palabra-, hubiera dejado el cargo. Habría sido recordado como una persona íntegra, fiel a sus ideales, a su partido y a sus votantes. Lamentablemente, ha ocurrido exactamente lo contrario. Ya sé que él apela al patriotismo, a lo que conviene al país, pero flaco favor se hace a los ideales cuando se reconoce su inutilidad.

Con el acuerdo alcanzado entre Zapatero y Rajoy para fijar un techo al déficit público y reformar la Constitución, ha rizado el rizo de los despropósitos y entregado en bandeja de plata la cabeza del candidato Rubalcaba a Rajoy. Obsérvese que el PP ha sido muy reacio a apoyar al Gobierno contra la crisis y aquí, en cambio, ha abrazado la propuesta de Zapatero. No creo que haya sido solamente porque sea una propuesta del propio Rajoy realizada el año pasado ante la oposición del mismo Rubalcaba, sino porque le va a sacar un rédito electoral indudable. El rechazo de la izquierda a la medida, incluso entre destacados militantes del PSOE, se va a materializar en una abstención que dará al PP, si no hay sorpresas de última hora, la mayoría absoluta en las próximas elecciones.

No se trata de oponerse o no a que el PP llegue de nuevo a La Moncloa, sino de la incongruencia de la política errática del PSOE recurriendo a medidas neoliberales improvisadas y, sobre todo, del sinsentido de hacer mal un trabajo que haría mucho mejor el Partido Popular, para el que el paisaje político-económico actual es su medio natural.

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