Hasta el momento, el Partido Popular ha mirado al movimiento surgido del 15-M con desconfianza, pero en ningún momento como si fuera algo de su incumbencia. Pero el sondeo de Metroscopia para El Pais publicado este 26 de junio indica que el 54% de los votantes del PP consideran que es un movimiento pacífico que propone la regeneración de la democracia. El apoyo de los votantes del PSOE es del 83%. Si duda son datos que exigen reflexión entre los dirigentes socialistas, pero que deberían preocupar también a los populares.
El 15-M supone una seria llamada de atención al PSOE que, implícitamente, admite que son los mercados los que están marcando la agenda económica del Gobierno porque su política sigue en la misma línea de los últimos tiempos. Pero un futuro Ejecutivo del PP que apueste por más austeridad en el sector público y en apoyar a la patronal y los poderes económicos, no va a ser precisamente aplaudido por profundizar en las impopulares medidas de Zapatero. A tenor de la encuesta, incluso algunos votantes populares podrían sumarse al descontento. Al mismo tiempo, la indignación crecería y sumaría nuevos apoyos. Un PSOE en la oposición puede que terminase aproximándose al movimiento, diferenciando así el nuevo proyecto y liderazgo con propuestas más cercanas a la realidad de la calle.
No creo que sea un disparate pensar que el nuevo panorama político podría recrudecer el levantamiento popular y poner las cosas muy difíciles a un hipotético Gobierno de Rajoy.
Las propuestas del 15-M van dirigidas a todos los partidos porque cuestionan el funcionamiento del sistema. Si el movimiento continúa, no parece que quede más opción que el consenso y, por lo tanto, la implicación de una amplia mayoría parlamentaria. En consecuencia, haría mal el PP en mirar hacia otro lado.
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